Nos han enseñado a competir

El sentido de la vida es servir.

Tristemente nos han educado para competir con todos los que nos rodean. Nos han dicho que no podemos conformarnos… siempre podemos y necesitamos más por encima de todos. “Debes ser el mejor de la clase” “no puedes detenerte, debes generar más, porque sino otros lo harán” “enfócate en tu camino y no te distraigas” “el que piensa pierde y otro se te adelanta”.

Sé que estas expresiones, son comunes y culturales. Sin embargo, es algo que nos repetimos inconscientemente una y otra vez y lo replicamos de generación en generación. ¿Pero cuál es el sentido de la vida? ¿para qué existimos?

La respuesta a estos interrogantes, la plantea Harvard en su estudio sobre la felicidad y para ello, clasifica algunas características:

  1. Tiene que ver con la capacidad de amar

  2. Influyen los vínculos que establezcamos durante nuestra existencia.

  3. Manejar un equilibrio personal. Es decir, no excedernos.

  4. Comprender que el dinero es un medio, no un fin.

  5. Tiene que ver con la actitud que tengamos frente a los sucesos de la vida

  6. Y ser conscientes del hoy. Justamente hoy, podemos ser felices. Es un trabajo día a día.

Es de esta manera, como nuestra existencia toma un sentido trascendental. Si vemos aquellas características, apuntan hacia el servicio, la entrega, la capacidad de compromiso personal y con los demás. Entonces, ¿para qué competir con los otros?

En muchas ocasiones, la comparación es, una manera de camuflar nuestras inseguridad de crianza, de personalidad y de vacíos que debemos llenar llamando la atención por medio del “éxito” propio… Así mismo, mirar hacia los lados, nos aleja de la conexión personal que se alimenta del servicio y aporte social. Por medio del otro, nos reconocemos y nos satisfacemos en dar de lo que hemos construido. Ese es el único fin de tener, poseer y saber, entregar a otros.

Para alcanzar mayor desarrollo humano, debe existir el darnos desde lo que somos y no de lo que tenemos. De acuerdo con lo anterior, debemos trascender el ser, conectarnos con lo que somos desde la soledad (capacidad de reflexión, análisis, silencio), viviéndonos, para entregarnos y así, lograr el bien común y crecer juntos.

“Para servir, servir” San Josemaría

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