El sentido de la vida es servir.
Tristemente nos han educado para competir con todos los que nos rodean. Nos han dicho que no podemos conformarnos… siempre podemos y necesitamos más por encima de todos. “Debes ser el mejor de la clase” “no puedes detenerte, debes generar más, porque sino otros lo harán” “enfócate en tu camino y no te distraigas” “el que piensa pierde y otro se te adelanta”.
Sé que estas expresiones, son comunes y culturales. Sin embargo, es algo que nos repetimos inconscientemente una y otra vez y lo replicamos de generación en generación. ¿Pero cuál es el sentido de la vida? ¿para qué existimos?
La respuesta a estos interrogantes, la plantea Harvard en su estudio sobre la felicidad y para ello, clasifica algunas características:
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Tiene que ver con la capacidad de amar
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Influyen los vínculos que establezcamos durante nuestra existencia.
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Manejar un equilibrio personal. Es decir, no excedernos.
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Comprender que el dinero es un medio, no un fin.
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Tiene que ver con la actitud que tengamos frente a los sucesos de la vida
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Y ser conscientes del hoy. Justamente hoy, podemos ser felices. Es un trabajo día a día.
Es de esta manera, como nuestra existencia toma un sentido trascendental. Si vemos aquellas características, apuntan hacia el servicio, la entrega, la capacidad de compromiso personal y con los demás. Entonces, ¿para qué competir con los otros?
En muchas ocasiones, la comparación es, una manera de camuflar nuestras inseguridad de crianza, de personalidad y de vacíos que debemos llenar llamando la atención por medio del “éxito” propio… Así mismo, mirar hacia los lados, nos aleja de la conexión personal que se alimenta del servicio y aporte social. Por medio del otro, nos reconocemos y nos satisfacemos en dar de lo que hemos construido. Ese es el único fin de tener, poseer y saber, entregar a otros.
Para alcanzar mayor desarrollo humano, debe existir el darnos desde lo que somos y no de lo que tenemos. De acuerdo con lo anterior, debemos trascender el ser, conectarnos con lo que somos desde la soledad (capacidad de reflexión, análisis, silencio), viviéndonos, para entregarnos y así, lograr el bien común y crecer juntos.
“Para servir, servir” San Josemaría
