Es posible que lo que perseguimos a veces con tanto afán en la vida, aún no estemos preparados para que llegue.
Deseos como: la abundancia, el éxito profesional, reconocimiento, logros materiales, afanes de experiencias, pareja… no son malos por si solos, siempre y cuando tengan el componente del amor. ¿Por qué del amor? Porque si no sabemos amar, los frutos de lo que perseguimos se convierten en vanidad, ego, envidia, desconfianza y rencor, entre muchas otras expresiones negativas.
Nuestra existencia entonces, se caracteriza y justifica por la capacidad de amar en todo lo que hacemos. Si algo nos impide entregarnos, servir a los demás, crecer humanamente y unirnos como comunidad, ese algo, debe ser alejado de nuestras vidas.
Y amar no es nada más que, buscar el bien (crecimiento) personal y el de quienes tenemos alrededor. Si con lo que estamos buscando ahora, no podemos crecer, ni hacer que los demás crezcan, estamos distraídos de nuestra existencia. ¡Haz que tu existencia valga mucho más!
Amar, significa ver la totalidad, no las partes. Para no distraernos de lo esencial y cultivar el amor en su máxima expresión, debemos ver la singularidad del otro.
Para lograr esto que no es sencillo, es importante revisar la concepción de persona. La persona humana, posee áreas que lo hacen ser único: cuerpo, mente, espíritu, relacional y emocional. Es así como, teniendo presente aquellas áreas, podemos ahondar en el amor.
Quien ama sanamente, es quien es capaz de ayudarle al otr@ a cultivar todas aquellas áreas para alcanzar el equilibrio que le permitirá ser feliz.
Amamos lo que conocemos. Lo real no es ideal, simplemente es. No podemos esperar que el otro sea lo que para mí es importante de acuerdo a mis esquemas mentales, que he construido durante mi historia, mi educación y mis relaciones.
En la medida en que ahondamos en el otro, aprendemos a tolerarlo, comprender su historia, su temperamento y sus comportamientos.
Ambos tenemos diferentes facetas que solo con el conocimiento descubrimos. Esto nos sirve para basarnos en lo real y no en suposiciones que alimentamos con nuestras propias expectativas.
El amor se construye con lo que cada uno trae, no con lo que nos falta o quisiéramos tener.
