Ser social comienza en casa

El primer vínculo social del ser humano son los padres. De ellos aprendemos a relacionarnos con los demás, aprendemos las conductas sociales, a comportarnos de acuerdo a lo que culturalmente está “bien o mal”.

Podemos llegar a pensar que cada persona construye su vida solo, sin embargo, la carga social y familiar tienen su peso en todo lo que vamos haciendo parte de nosotros. Como menciona Albert Bandura (reconocido psicólogo), vamos imitando y nutriéndonos de lo que nos permea desde nuestros entornos más próximos. No podemos hablar de una construcción de personalidad netamente biológica e innata, la consciencia social es totalmente importante a la hora de comprender, tolerar y amar a las personas, somos el resultado de nuestra historia, vivencias y ambientes interpersonales. A su vez, ningún ambiente pesará tanto como el familiar, allí se afianzan desde el corazón ideas, comportamientos, pensamientos, creencias, formas de vida, habilidades sociales y gran parte de lo que somos como seres humanos.

Podríamos pensar entonces que ¿somos lo que la familia haga en nosotros? No necesariamente, porque la capacidad de consciencia hará sus veces de alarma en aquello que debo trabajar y modificar de todo lo aprendido. Por tal razón, todos tenemos la obligación de pensarnos y buscar el BIEN mayor para nuestro desarrollo humano, para poder aportar y servir a tantos que nos rodean.

Es el proceso y objetivo de cada hijo, reconocer sus propias cadenas y cortarlas para poder volar, progresar y encontrar su verdadera identidad en pro de su sentido de vida.

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